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7 de Junio: el medio es el mensaje

soliver54

por Sebastián Oliver



Durante los últimos años, los profundos cambios del ecosistema infocomunicacional local y global nos interpelan respecto de qué significa en este momento ser periodista y su oficio, el periodismo. De hecho, se habla del fin del periodismo o, en consonancia con los tiempos actuales, de “postperiodismo”, concepto fogoneado por los cultores de las redes sociales entendidas como medios periodísticos -para quienes “cualquiera puede ser periodista”-, reduciendo el oficio a un fenómeno palpable: un cúmulo de opiniones individuales, carentes de tratamiento informativo, hecho que impacta (negativamente) en la calidad de lo informado[i].

Junto con ello, la crisis del sistema publicitario tradicional y el consiguiente cierre o migración masiva de medios a otros soportes o formatos, no es un dato menor. O mejor: es parte constitutiva de la crisis del oficio en general, en un contexto de concentración publicitaria nunca antes registrada en la historia moderna, a manos de Google y Facebook, emperadores de la actual economía digital.

De la relectura de notas, comentarios o análisis sobre el día del periodista surge necesariamente un punto en común: la relación entre el oficio y el medio o empresa de comunicación en que el oficio se ejerce. Las tensiones entre ambos definen las características y la calidad del material periodístico que recibimos lectores, radioescuchas o televidentes jornada tras jornada de parafernalia informativa en los formatos considerados “tradicionales”. Esto significa, al menos en un primer análisis, que los productos periodísticos que decodificamos a diario están compuestos, en esencia, por intereses políticos y comerciales (hoy confundidos y mezclados en la picadora de carne del capitalismo digital) pero dignificados por una inmensa minoría[ii] de comunicadores que se resisten a la picadora y continúan apostando por el ejercicio ético del oficio y por un público que valore esta cualidad imprescindible para la información confiable.

En definitiva: la era actual nos obliga e impone una valoración exacerbada del medio a través del cual circula el mensaje por sobre la ética del ejercicio del periodista, resintiendo notablemente la calidad del producto informativo, reduciéndolo a mercancía. La famosa afirmación de Marshall MacLuhan “el medio es el mensaje” se asemeja, hoy más que nunca, a una profecía autocumplida en el peor sentido.

Indro Montanelli, un notable periodista italiano que se fue con el siglo XX -cuya ideología política no comparto, pero sí su ética- solía decir: "el único consejo que puedo dar, y que doy regularmente a los jóvenes es el siguiente: luchen por lo que creen. Perderán, como yo las perdí, todas las batallas. Sólo una podrán ganar, la que se da cada mañana frente al espejo. Mis ideas siempre están bajo el escrutinio de la experiencia y la experiencia me obliga a reverlas una y otra vez”.

[i]https://www.cuadernosdeperiodistas.com/periodistas-y-redes-sociales-la-peligrosa-tentacion-de-mostrarse-como-persona/ [ii] La frase pertenece al escritor y poeta Juan Ramón Jiménez (sí, el autor de “Platero y yo”), dedicada a los lectores de poesía. Lecturas recomendables:


 
 
 

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